Eligiendo un camino.
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domingo, 12 de junio de 2016
lunes, 30 de mayo de 2016
Capacidad de cambio.
El ser humano es
lo que es, es quien es, gracias a una variedad de circunstancias o variables
que le afectan y modifican. Existen múltiples teorías sobre cómo se forma la
personalidad o la persona quedando vulgarmente reducido a: una parte genética,
biológica o innata con la que nacemos y que es inalterable, otra parte que es
la que construimos nosotros mismos y otra parte que viene alterada o
determinada por lo social; aquellos contextos que nos afectan directa o
indirectamente (bronfenbrenner).
Con el paso del tiempo el “yo” creado va modificándose o más bien completándose y a raíz de las distintas experiencias el sujeto evoluciona pero generalmente no deja atrás su esencia.
Comparto la idea
de que la gente puede cambiar ¿pero en qué medida? Es decir, vivimos y operamos
la mayor parte del tiempo con el inconsciente, otra parte es genética o innata
por lo que qué margen de maniobra nos queda para producir un cambio. Y, de
producirse un cambio, cuánto tiempo tardará la persona en volver a su ser
original dejándose llevar por la inercia. Por ejemplo, diferentes estudios han
demostrado que la depresión puede venir determinada por la genética. ¿Cómo
vamos a producir un cambio en algo que es innato, biológico o genético? La persona
ya está predeterminada a sufrir esa enfermedad. Se le pueden dar herramientas y
técnicas para superar o para convivir con ello pero ¿podrá desaparecer por
completo? ¿O será un arduo trabajo que le perseguirá durante toda su existencia?
La parte social también es
importante, a través de los distintos microsistemas el sujeto se desarrolla y
gracias al feedback que uno recibe
construye la identidad. En ocasiones el feedbak recibido es erróneo pero eso no
quita para que uno crezca o se desarrolle bajo esas directrices. Cómo a una
persona que ha pasado 20,30,40…80 años creyendo que hay que ser de una cierta
forma le convences para que produzca
un cambio en su persona cuando lo natural es continuar con esa inercia. Desde
la posición del yo, puedes sentir que te estás equivocando, saber que ciertas
creencias son erróneas, aceptar tus debilidades y vivir con ello o puedes
analizar, meditar y luchar por cambiar toda tu personalidad para adaptarte,
pero…¿cómo reconstruyes un yo? ¿Te quitas la parte social, la parte construida
o la genética?
Mi deber como orientadora es pensar
que el cambio existe y que es posible. Que hay técnicas y herramientas
suficientes para cambiar ciertas situaciones y hábitos pero mi parte más humana
cree que somos lo que somos y por mucho que intentemos y modifiquemos la
esencia no desaparece. Puedes luchar contracorriente hasta agotarte o puedes
aceptar la situación y vivir con ello.
domingo, 15 de mayo de 2016
BATIBURRILLO.
Uno de los “problemas” a los que me estoy enfrentando como “orientadora
en prácticas”, por llamarlo de alguna manera, es el crear una imagen, un mapa
del propio mapa de otra persona. Es decir, si un sujeto tiene un problema, ese
sujeto crea un propio mapa mental de la situación, creando sus propias
percepciones, sentimientos, emociones… Yo, como orientadora, debo analizar la
situación y a la vez creo mi propio mapa mental sobre el mapa mental del 1º. En
todo este proceso obviamente surgen distorsiones y diferencias de opiniones. Es
mi función y mi papel el recrear su mapa para guiar a la persona en el proceso
de análisis y resolución, pero…es muy complejo llegar a la misma situación en
la que está esa persona.
Entiendo que es un proceso, y que poco a poco vamos situándonos en el
mismo plano para así poder actuar, pero ¿qué pasa si
nuestra percepción no llega a cuadrar con la de la persona orientada?
Voy a ser más concreta; la semana pasada hicimos un ejercicio en el que
un sujeto A tenía que contarnos un conflicto, problema, situación… (x) y yo
siendo B (counsellor) tenía que guiarle. La situación fue más o menos así:
-
Cuéntame, ¿cómo estás? ¿Todo bien?
-
Sí, lo que pasa que he perdido el móvil
y me jode.
-
¿Y qué has hecho para intentar
recuperarlo?
-
Denuncié, lo busqué…pero estaba de
viaje y me tuve que ir.
-
Y qué es lo que te “jode” ¿el haberlo
perdido? ¿el no haberlo encontrado?
-
Me jode que he perdido los contactos y
las fotos.
-
Ósea que lo que te molesta no es el haber pedido el móvil sino
el contenido.
-
Exacto.
-
¿Pero has cambiado de número?
-
No
-
ERROR
1: Por lo que tus contactos podrán hablarte y tú recuperarlos ¿no?
(LE DOY LA SOLUCIÓN)
-
Ah, pues sí, es verdad.
-
Respecto a las fotos, en esas fotos de
viajes, salidas, cenas que tenías ¿salía más gente? ¿estabas con más gente?
-
Sí
-
¿Y ellos no hicieron fotos?
-
Sí
-
ERROR
2: Por lo que podrías recuperarlas ¿no? Vuelvo a dar la solución
-
Pues no se me había ocurrido.
-
¿tienes redes sociales donde cuelgas
fotos?
-
Sí… podría descargarlas y
recuperarlas.
-
¿Entonces, el tema de las fotos y los
contactos más o menos quedaría solucionado?
-
En cierta forma sí.
Aparte de los muchos errores que
cometí, para mí, el principal problema fue que el tema elegido me chocó y no
llegué a empatizar con la persona a la que estaba orientando. Yo cree un mapa
mental distinto al suyo yo vi 2+2=4 donde ella veía la derivada
de X+8/2x. No fui capaz de situarme en el mismo plano ni de entender
que dentro de esa situación podría haber muchas variables emocionales que no
supe ni ver, ni analizar, ni sacar…a esto me refería al principio. Estoy
acostumbrada a temas “más complejos” como: “estoy desmotivada” “no puedo
concentrarme” “soy un desastre” y en cuanto me llegan con algo que para mí es
más superficial me choca y no sé cómo guiar sin dar una solución rápida como la
mencionada anteriormente. Obviamente todo esto depende de las percepciones,
pues evidentemente en mi experiencia una pérdida de móvil es algo no
transcendental y de fácil solución pero evidentemente para otras personas puede
ser un desencadenante de fuertes emociones y malestar. Entonces…si no sé crear
el mismo mapa, no voy a poder orientar. Esto es lo que veo complejo.
El caso es que he hablado con
adolescentes con los que he podido empatizar incluso tratando temas con los que
ni siquiera yo he tenido contacto pero que sí he sabido llevar y manejar, pero
creo que el problema ha sido la importancia que yo le he dado al tema que me
estaba contando.
Como buenos orientadores no somos quienes para juzgar el
asunto personal que afecta a un sujeto, ni la importancia que le dan,
simplemente debemos reorientares y guiarles. En este sentido no he cumplido
con mi labor, es más, la otra persona ha podido sentir que me burlaba de su
asunto o que no me importaba.
También es cierto que era un contexto
“familiar” y creo que en otro contexto no hubiera actuado así, pero aun así, ha sido un fracaso personal. Es más, en este tipo de
dinámicas siento que jugamos con fuego y nos podemos quemar…
martes, 10 de mayo de 2016
Metáforas isomórficas
Actualmente el ser humano posee una gran cantidad de
información. Vivimos en una sociedad que tiene capacidad para abastecerse
ilimitadamente de conocimientos (dentro de la realidad que conocemos), de ahí
que se nos haga referencia como a la sociedad del conocimiento (Enguita, 2008).
Pero no somos demasiado conscientes, me refiero a las
personas que tienen un nivel de "usuario" en la vida, de dónde viene
esa información o cómo ha llegado una persona a descubrir una teoría
psicológica. Pues bien, recientemente me han planteado una nueva teoría
llamada “metáforas isomórficas” y desde el primer momento esa explicación me
llevaba a pensar en Patronio y el Conde Lucanor.
En resumen y dicho muy brevemente, las metáforas
isomórficas son historias que encierran una enseñanza basada en la problemática
que tenga un sujeto, de tal forma que para no ser directo y explícito tratando
el asunto, la persona que “orienta” al sujeto le relata una metáfora donde
ocurre de forma paralela una historia que está basada o inspirada en el suceso del orientado. De esta forma el sujeto podrá ver su misma situación en otros
contextos y con otros personajes y le resultará más sencillo analizar su propia
situación, ya que una vez analizada la metáfora podrá extrapolar sus propias
conclusiones e incorporarlas al suceso real.
De alguna forma
todo esto me traslada a la época de Don Juan Manuel, un escritor del siglo
XIII-XIV que para mí personalmente pone en manifiesto las primeras bases de las
metáforas isomórficas. Es cierto que uno de los errores cometidos por Don Juan
Manuel, si el libro de autoayuda se tratase, es que en ocasiones al final de
cada metáfora no deja que sea el Conde Lucanor el que saque su propia
conclusión sino que el mismo aplica la teoría de la metáfora en el asunto real
llegando a aconsejar al protagonista.
No obstante, me
voy a atrever a recomendar a aquellas personas que estén interesadas en
aprender sobre metáforas isomórficas a leer este libro, y en caso de no satisfacer tus necesidades recuerda que
vives en la sociedad del conocimiento, podrás encontrar cualquier otro recurso…
De lo que aconteció a un hombre que, por pobreza y falta de otras viandas, comía altramuces. Ejemplo X
Lo que ocurrió a un hombre que por
pobreza y falta de otro alimento comía altramuces
pobreza y falta de otro alimento comía altramuces
Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio de este modo:
-Patronio, bien sé que Dios me ha dado tantos bienes y mercedes que yo no puedo agradecérselos como debiera, y sé también que mis propiedades son ricas y extensas; pero a veces me siento tan acosado por la pobreza que me da igual la muerte que la vida. Os pido que me deis algún consejo para evitar esta congoja.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que encontréis consuelo cuando eso os ocurra, os convendría saber lo que les ocurrió a dos hombres que fueron muy ricos.
El conde le pidió que le contase lo que les había sucedido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, uno de estos hombres llegó a tal extremo de pobreza que no tenía absolutamente nada que comer. Después de mucho esforzarse para encontrar algo con que alimentarse, no halló sino una escudilla llena de altramuces. Al acordarse de cuán rico había sido y verse ahora hambriento, con una escudilla de altramuces como única comida, pues sabéis que son tan amargos y tienen tan mal sabor, se puso a llorar amargamente; pero, como tenía mucha hambre, empezó a comérselos y, mientras los comía, seguía llorando y las pieles las echaba tras de sí. Estando él con este pesar y con esta pena, notó que a sus espaldas caminaba otro hombre y, al volver la cabeza, vio que el hombre que le seguía estaba comiendo las pieles de los altramuces que él había tirado al suelo. Se trataba del otro hombre de quien os dije que también había sido rico.
»Cuando aquello vio el que comía los altramuces, preguntó al otro por qué se comía las pieles que él tiraba. El segundo le contestó que había sido más rico que él, pero ahora era tanta su pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho si encontraba, al menos, pieles de altramuces con que alimentarse. Al oír esto, el que comía los altramuces se tuvo por consolado, pues comprendió que había otros más pobres que él, teniendo menos motivos para desesperarse. Con este consuelo, luchó por salir de su pobreza y, ayudado por Dios, salió de ella y otra vez volvió a ser rico.
»Y vos, señor Conde Lucanor, debéis saber que, aunque Dios ha hecho el mundo según su voluntad y ha querido que todo esté bien, no ha permitido que nadie lo posea todo. Mas, pues en tantas cosas Dios os ha sido propicio y os ha dado bienes y honra, si alguna vez os falta dinero o estáis en apuros, no os pongáis triste ni os desaniméis, sino pensad que otros más ricos y de mayor dignidad que vos estarán tan apurados que se sentirían felices si pudiesen ayudar a sus vasallos, aunque fuera menos de lo que vos lo hacéis con los vuestros.
Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, con su esfuerzo y con la ayuda de Dios, salió de aquella penuria en la que se encontraba.
Y viendo don Juan que el cuento era muy bueno, lo mandó poner en este libro e hizo los versos que dicen así:
Por padecer pobreza nunca os desaniméis,
porque otros más pobres un día encontraréis
porque otros más pobres un día encontraréis
Don Juan Manuel "El Conde Lucanor" Ejemolo X
jueves, 21 de abril de 2016
La realidad y los sentidos.
En la entrada
anterior dudaba de la existencia real de las cosas y de la realidad en sí misma
ya que me había visto enfrentada a premisas que me aseguraban que mi realidad
era una construcción subjetiva de lo que realmente existe. Para completar esta afirmación
he de añadir un nuevo concepto aportado por David Eagleman. Eagleman (2015)
habla del umwelt , este término hace
referencia a todo lo que nos rodea y de lo que somos conscientes, de tal forma
que un perro tienen su propio unwelt al
igual que el ser humano el suyo.
Efectivamente existe
un territorio, una realidad, pero ¿quién posee ese conocimiento? Mi mente
humana solo es capaz de percibir una parte del ambiente en el cual me muevo día
a día, y por mucho que viva, que me mueva, que construya, que cree, que codifique
y decodifique la realidad nunca podré tener un conocimiento amplio, puro y
completo. El ser humano está por naturaleza limitado. Vivimos dentro de un unwelt y desde un desconocimiento
absoluto creemos que esa es la realidad, que lo que percibimos, vemos, oímos,
tocamos y sentimos es el total y el reflejo del universo. Pero sólo somos un
tipo de animal más, racional, pero animal. Nos situamos en un escalafón
superior respecto al resto de animales por nuestra capacidad de razonar, pero
biológicamente hablando la mayoría de los animales están mucho mejor dotados
que los humanos ya que pueden orientarse, oler o ver mucho más que nosotros.
Otro tema es la capacidad que ellos tienen para entender o para manipular esa
capacidad que de forma biológica tienen.
Entonces, si de por
sí lo que tenemos es un mapa sobre la realidad, cómo de obsoleto será ese mapa
si nos falta tantísima información, es decir, hace unos días pude ver
diferentes representaciones físicas sobre un edificio (un mapa, un plano y una
foto). De una misma realidad existían diferentes representaciones y todas eran
válidas, pero extrapolando este conocimiento al universo y al conocimiento que
tengo sobre la realidad ¿cómo de válido es mi mapa? ¿Qué perspectiva estoy
dando yo si mis sentidos me aportan una milésima parte de lo que existe? ¿Cómo
puedo construir algo con tan poco y en comparación con otros que sí están dotados
pero que no pueden razonar?
El tema de la
existencia y de la realidad es demasiado complejo, de ahí que el ser humano se
halla limitado a aceptar que lo que existe, existe y lo que no, no; así de dicotómico
pero cierto. Quizás debamos aceptar lo que la naturaleza nos ha otorgado y
vivir en paz con ello, aunque existe la posibilidad de retarla y ver hasta qué
punto podemos desafiarla, pero eso para otro capítulo.
miércoles, 20 de abril de 2016
El mapa no es el territorio.
¿Cuánta verdad hay en mi vida? ¿hasta que punto mi existencia es real? ¿los colores son realmente así? y si mi mente ha creado una realidad, que lo es para mí, pero que no es la real...entonces ¿cuál es la realidad real?
...
Hace unos días me mostraron una frase que decía "el mapa no es el territorio". Tras varias explicaciones entendí que efectivamente existe un territorio X de donde diferentes sujetos crean su propio mapa mental, crean su idea y sus percepciones acerca de cómo es X. Aceptando esta afirmación estaría asumiendo que toda mi realidad es una mera construcción subjetiva creada por mi mente y mi experiencia y no estaría dejando cabida a lo objetivo.
Hasta ahora he podido verme cuestionada ante retos simples donde tenía que elegir o decidir de qué color era algo, pues dentro de los colores hay una variedad prácticamente infinita donde dichos colores pueden verse afectados por la iluminación, textura e incluso por la posición donde estén, pero nunca me he planteado si una silla es una silla. Está claro; tiene respaldo, cuatro patas y sirve para sentarse. Es algo objetivo, simple y claro. La silla sería el territorio, pero según la frase el mapa no es el territorio lo que yo percibo de la silla es el mapa; es la construcción mental que yo me he hecho acerca de la silla no la silla. Pero...¿y si la estoy tocando? ¿es también una construcción mental? Yo puedo tocarla, luego existe, es real, no es solo una construcción, es algo físico.
Es cierto que el mundo de los sentidos es limitado en el ser humano pues perdemos mucha información en comparación con los animales, pero aunque sean limitados son fieles a la realidad. Si yo toco el hielo esta frío, el término frío estará inventado pero el sentimiento que produce tocarlo existe, no es una construcción mental; al tocar una silla ésta existe, la toco y me siento ¿pero cómo de real la estoy percibiendo? ¿cuánta información y detalles están inventadas por mi propia mente? es más...¿ cuánta realidad estoy perdiendo en mi propio día a día?
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